![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1bxopsi5yh9HOOHVGqlbIlmwNUaefLruUNi6LZCCIxEeKepSifXtqvS5WmBzhVqwkaF-iqT0NCc1Hepp5HPrxXKcpq2PAbeqsdWNj8vzbVEJMNi-PgPdsEC1mZa8yhjPSIBwmDRxpMjpQ/s1600/pilas.jpg)
Primero
hay
que
actuar
sobre
lo
más
obvio:
los
músculos
del
cuello
y
los
hombros
suelen
estar
tensos,
la
mandíbula
apretada,
el
entrecejo
fruncido…
No
hay
nadie
relajado
con
estas
características.
Para
realizar
una
pausa
de
serenidad
debemos
alejar
los
hombros
de
las
orejas.
Notaremos
alivio
al
instante
con
solo
realizar
este
simple
movimiento,
ya
que
desactiva
la
tensión
muscular.
Además,
con
ello
conseguiremos
que
la
espalda
se
enderece,
la
postura
mejore
y
el
pecho
se
abra,
de
modo
que
el
cerebro
entienda
que
puede
dejar
de
intoxicarnos
con
estrés.
La
segunda
acción,
es
un
repaso
mental
al
cuerpo.
Empezamos
por
estudiar
las
diferentes
partes
que
componen
nuestra
cara:
la
mandíbula,
las
cejas.
Luego
las
piernas,
los
brazos,
la
espalda…Podemos
realizar
este
escaneo
en
cualquier
momento
y
lugar.
Completado
el repaso mental, sugerimos otras formas de programar cinco minutos
para uno mismo:
- Darse un masaje. Una forma al alcance de todos es el automasaje. Para acabar con el cansancio del día o en momentos de bajón, puede darse por el rostro y terminar aplicando una suave presión por la cabeza, colocando los pulgares a la altura de las sienes y los tres dedos siguientes reagrupados entre las cejas. Si es posible se aconseja utilizar siempre alguna loción.
- Hacer yoga. El solo hecho de tumbarse en el suelo ya produce un cambio en el estado de ánimo. Una vez tumbados en el suelo con una pequeña esterilla llevaremos las rodillas hacia el pecho y nos balancearemos hacia un lado y otro, masajeando suavemente las lumbares. Si disponemos de una pared libre a nuestro alcance podemos acercar la esterilla y colocar las piernas sobre la pared. Cerramos los ojos y nos relajamos, llevando la respiración al abdomen. Esta postura, reduce la tensión muscular y contribuye a restaurar el equilibrio del cuerpo.
- Fregar los platos. Con ello se propone convertir cualquier actividad cotidiana en una práctica de meditación. “Mientras se lavan los platos, uno solo debe lavar los platos, lo que significa que está completamente atento a lo que hace”, escribe Thich Nhat Hanh. “Se trata de ser consciente de que estoy aquí, lavando estos cuencos, y siguiendo mi respiración, consciente de mi presencia, y consciente de mis pensamientos y acciones”.
- Escribir. Antes de acostarse, anotar tres cosas agradables que ocurrieron a lo largo del día. Este es uno de los ejercicios favoritos de la psicología positiva. No hace falta que sean grandes hazañas: desde la sonrisa de la cajera del supermercado hasta la llamada inesperada de un ser querido. Lo importante es prestar atención a esos pequeños detalles, y no dejar que las cosas buenas de la vida (a menudo muy sencillas) pasen inadvertidas.
- El placer de comer una fruta con pepitas. Papaya u otra fruta similar que contenga pepitas puede resultar muy relajante, ya que lo más importante es hacerlo con la ceremonia que exige el proceso: se parte por la mitad la fruta y se retiran las pepitas una a una, con calma y dedicación. Para ello debes dedicarle concentración en cada uno de los pasos que realices, de tal forma que puedas relajarte mientras realizas dicha acción.
- Escuchar una canción favorita. Se trata de uno de los remedios más eficaces para transformar un estado de ánimo negativo y reducir el estrés. La música clásica es relajante justo antes de irse a dormir y ayuda a conciliar el sueño.
- Bailar. Cuando nos sentimos sin energía un remedio para aumentar nuestra vitalidad y contactar con nuestro cuerpo consiste en echar un baile al son que más nos agrade a cada uno. Además, con el simple hecho de bailar no solo recargamos las pilas sino que también movemos el esqueleto y nos ayuda a quemas calorías.
a)
Nos
sentamos
con
la
espalda
recta
y
vaciamos
los
pulmones.
Con
el
pulgar,
taponamos
el
orificio
nasal
derecho
e
inhalamos
por
el
otro.
b)
Cuando
los
pulmones
estén
llenos,
sellamos
el
orificio
izquierdo
con
el
anular
de
la
misma
mano
sin
destapar
el
derecho.
Retenemos
la
respiración.
c)
Liberamos
el
pulgar
y
exhalamos
solo
a
través
del
orificio
derecho.
Al
terminar
hacemos
una
pausa
e
inhalamos
de
nuevo,
ahora
por
el
izquierdo.
Un
ciclo
completo
de
respiración
incluye
una
inhalación
y
una
exhalación
por
ambos
orificios
nasales.
Realizamos
diez
ciclos
y
observamos
la
reacción
del
cuerpo.
Te
animamos
a
que
pruebes
todas
estas
actividades
y
a
que
nos
cuentes
cómo
te
han
ido.
Recuerda
acudir
a
un
profesional
siempre
que
lo
necesites,
ya
que
muchos
de
estos
ejercicios
requieren
ayuda
de
un
personal
cualificado
para
su
mayor
eficacia.
¡En
nuestro
centro
estaremos
encantados
de
ayudarte!
- PSICÓLOGA
VIRGINIA SANCHO MORAL -