Acciones
cotidianas
como
por
ejemplo
hablar
en
público,
conducir,
relacionarnos
con
los
demás,
salir
de
compras,
ir
al
médico,
presentarnos
a
un
examen,
ver
una
película
en
el
cine,
montarnos
en
el
autobús
o
en
el
metro,
educar
a
los
hijos
o
viajar
son
situaciones
de
las
cuales
podemos
disfrutar
y
aprender
pero
se
convierten
en
todo
un
desafío
para
aquellas
personas
que
padecen
ansiedad.
Algunos
de
los
síntomas
que
padecen
este
tipo
de
persona
suelen
ser
asfixia,
sensación
de
ahogo,
sudoración,
tensión
muscular,
palpitaciones,
sequedad
de
boca,
bloqueo
mental,
dificultad
para
conciliar
el
sueño,
apatía
y
desgano,
entre
otros.
A
continuación,
vamos
a
mostraros
unas
pautas
para
conseguir
superar
toda
esta
sintomatología
y
ser
capaces
de
ser
dueños
de
nuestros
pensamientos
y
emociones.
De
esta
forma
aprenderemos
a
ser
una
persona
con
recursos.
Lo
primero
de
todo
y
lo
más
importante
es
tomarnos
un
tiempo
para
pensar
y
respirar.
Debemos
cambiar
el
foco
de
nuestra
atención,
esto
quiere
decir
que
los
protagonistas
somos
nosotros,
no
los
síntomas
que
padecemos.
Tendemos
a
escanearnos,
a
estar
pendientes
de
cómo
se
comporta
el
cuerpo
y
de
si
sufre
algún
cambio.
Todo
ello
nos
condiciona
el
estilo
de
vida.
Hace
que
giremos
en
torno
a
la
sintomatología
que
padecemos
y
cuanto
más
centremos
nuestra
atención
en
lo
que
no
deseamos
que
ocurra
más
aumentará
la
probabilidad
de
que
pase.
Esto
es
debido
a
que
estamos
en
alerta
de
forma
excesiva.
Convertimos
en
amenaza
situaciones
que
realmente
no
lo
son
y
para
enfrentarnos
a
todo
ello
es
importante
que
aprendamos
y
practiquemos
de
forma
diaria
ejercicios
de
relajación.
Nos
ayudarán
a
vivir
el
presente
y
a
prestarle
atención
a
aquello
que
nos
da
vida
y
nos
alegra,
no
a
todo
lo
contrario.
Otro
aspecto
importante
es
la
manera
que
tenemos
de
hablarnos.
De
forma
habitual
nos
ponemos
trabas
a
nosotros
mismo
en
nuestro
lenguaje:
“y
si…”,
“no
voy
a
poder…”.
Todas
estas
verbalizaciones
lo
único
que
hacen
es
tender
al
catastrofismo
y
sentirnos
seguros
e
incapaces.
Necesitamos
hablarnos
a
nosotros
mismos
en
otros
términos.
Podemos
cambiar
el
estilo
de
pensamiento
por
otro
menos
tremendista.
Para
ello
aconsejamos
escribir
en
un
papel
cómo
nos
gustará
enfrentarnos
a
las
situaciones
que
tememos
y
qué
tipo
de
pensamientos
nos
podrían
ayudar.
También
es
importante
que
no
te
“enamores”
de
tu
ansiedad.
A
menudo
aquellas
personas
que
sufren
de
ella
la
observan,
la
atienden,
la
miran
y
es
su
mayor
foco
de
atención.
Cada
vez
que
nos
sintamos
atemorizados
por
los
síntomas
plantémosle
cara
y
no
la
escuchemos.
Podemos
hacerle
frente
con
frases
como
“que
pesadita
eres”,
“ahora
no
es
el
momento”,
“ahora
voy
a
trabajar
y
no
te
voy
a
escuchar”,
etc.
Todas
estas
frases
nos
ayudarán.
Además
de
todo
lo
anterior
expuesto
es
fundamental
que
dejemos
de
evitar.
Tenemos
que
aprender
a
enfrentarnos
a
las
situaciones
aunque
se
planteen
como
un
reto.
Es
importante
saber
que
tendremos
momentos
de
alegría
y
orgullo
y
otros
de
pérdida
de
esfuerzo,
desilusión
y
desvanecimiento.
Pero
aun
así,
es
importante
que
salgamos
y
nos
enfrentemos
para
darnos
cuenta
de
que
las
cosas
no
son
tan
dramáticas
como
anticipábamos
ni
las
emociones
tan
desagradables
como
para
hacerle
frente
a
la
vida
cotidiana.
De
esta
forma
nos
daremos
cuenta
de
que
podemos
hacer
cosas
que
ni
imaginábamos
por
los
pensamientos
anticipatorios
que
nos
lo
impedían.
Por
último
y
no
menos
importante,
actúa.
Nadie
lo
va
a
hacer
por
nosotros.
Debemos
dejar
de
rumiar,
pues
la
solución
no
está
en
darle
vueltas
a
lo
mal
que
nos
encontramos.
Lo
que
tenemos
que
hacer
es
aquello
que
es
incompatible
con
la
respuesta
de
ansiedad,
como
por
ejemplo:
relajarnos,
descansar,
reír,
no
dramatizar,
pensar
de
forma
útil,
llevar
una
vida
equilibrada
y
relacionarnos
con
los
demás.
No
tenemos
por
qué
razonarlo
todo.
Es
importante
correr
riesgos,
equivocarnos
y
fallar
porque
forma
parte
del
aprendizaje.
La
única
persona
que
puede
reprocharse
lo
mal
que
lo
hemos
hecho
somos
nosotros
mismos
y
no
tenemos
por
qué
hacerlo.
Las
personas
que
no
corren
ningún
peligro
son
aquellas
que
dejan
de
vivir
por
querer
tenerlo
todo
bajo
control.
Tenemos
el
poder
para
protegernos
y
ponerle
solución
a
la
ansiedad.
Esperamos
que estos consejos os sean útiles.
Para
que resulte más esquemáticos dejamos un esquema con las ideas
principales recogidas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario