lunes, 22 de septiembre de 2014

PESADILLAS INFANTILES Y TERRORES NOCTURNOS


   Las pesadillas infantiles y los terrores nocturnos se engloban dentro de los Trastornos del Sueño, más concretamente dentro de las parasomnias.

       Las parasomnias son aquellos trastornos del sueño caracterizados por acontecimientos o conductas anormales asociadas al sueño, a sus fases o a los momentos de transición sueño-vigilia. No suelen ser trastornos importantes pero que deben ser tenidos en cuenta, siendo necesario pedir asesoramiento o intervención psicológica por los efectos secundarios que pueden producir en el niño (miedo a dormirse, a la noche, a conciliar el sueño sólo, irritabilidad, ansiedad, etc.).

   Veamos a continuación la diferencia entre las pesadillas infantiles y los terrores nocturnos. Las pesadillas son de lo más frecuentes en la infancia. Se puede definir como un sueño largo muy elaborado, con riqueza de detalles y que provoca en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror. El contenido de los mismos es muy variado pero siempre existe un componente de peligro para la salud física del niño. Por lo general no suelen hacer referencia a situaciones reales (salvo en aquellas situaciones en la que el niño ha sufrido una situación traumática).
El episodio suele terminar con el despertar del niño, volviendo éste a un estado de plena alerta y con la sensación de miedo o ansiedad todavía presente.
Cuando el niño se despierta, normalmente, es capaz de relatar con todo detalle el sueño, al contrario de lo que ocurre con los terrores nocturnos.

      Aunque
las pesadillas no suelen suponer un riesgo, que pueden producir un cierto temor a dormir, en especial, si éstas son frecuentes. Es en estos casos cuando se puede alterar el patrón de sueño y aparecer secundariamente una serie de síntomas como la somnolencia excesiva, irritabilidad, ansiedad, etc. El origen de las pesadillas está relacionado con agentes externos que provocan inquietud en el niño. A medida que disminuyen dichas causas que lo han producido, las pesadillas irán desapareciendo. Normalmente las pesadillas tienen relación con fases específicas del desarrollo emocional.
Cuando las pesadillas son muy frecuentes, que se ha asociado a niños con un perfil de inseguridad por algún motivo familiar, escolar o de otro tipo.
    La pesadilla suele acabar cuando el niño despierta, mostrándose muy agitado, con ansiedad y miedo. A continuación os dejamos unas orientaciones para actuar en estos casos:
  • Los padres deben saber tranquilizar a los niños tras el episodio.
  • Establecer rutinas para relajar al niño antes de irse a la cama y ayudarle así a conciliar el sueño (con un cuento, un vaso de leche caliente, un beso de buenas noches, realizar algunos ejercicios respiratorios, etc.).
  • Acudir al dormitorio del niño y escucharlo, pero sin entrar en demasiados detalles acerca del contenido de la pesadilla.
  • No agobiarlo con demasiadas explicaciones de entrada (por ejemplo intentar demostrarle que los monstruos y las brujas no existen y sólo están en su imaginación).
  • Utilizar una voz suave y tratar de no mostrar excesiva preocupación por el episodio sucedido.
  • Comentarle al niño que ha tenido una pesadilla mientras dormía y que ya ha pasado todo.
  • Evitar encender la luz del cuarto como solución, pero dejar una luz muy tenue de alguna lamparita si se considera necesario.
  • Hablar con el niño para saber si hay algo que le preocupa (en el cole, en casa, con los amigos) y que pueden ser el origen de las pesadillas.
  • Explicarle que estos episodios, aunque son molestos, es un proceso normal por el que hemos pasado todos.
  • Evitar que el niño escuche historias, vea películas, etc. que le puedan producir miedo.
      Por otro lado están los denominados terrores nocturnos. Son menos frecuentes que las pesadillas, aunque son bastante los niños que sufren de ello.
       A diferencia de lo que sucede en las pesadillas el niño no suele despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras personas que tratan de sacarlo de esa situación angustiosa. Si finalmente se consigue, el niño se muestra confuso, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor pero no tan agitado como en el caso de las pesadillas. No hay recuerdo del sueño y si no se ha despertado totalmente vuelve a dormirse inmediatamente sin recordarlo que ha sucedido al día siguiente.
      Las
edades de inicio son de 4 a 12 años, remitiendo durante la adolescencia, y suele darse en la primera mitad de la noche.
     Estos episodios son más frecuentes si el niño presenta tensión emocional o fatiga, o acontecimientos traumáticos como la muerte de un ser querido, separación de los padres, etc. Estos hechos pueden desencadenar o mantener dichos episodios.

     Es
importante establecer la diferencia entre pesadillas y trastornos nocturnos, ya que se trata de trastornos diferentes pero que se expresan en el mismo ámbito, el sueño. En ambos casos es importante acudir a un profesional, sobre todo si este tipo de problemas se prolonga en el tiempo.

     A continuación os mostramos una serie de pautas que hay que tener en cuenta frente a los terrores nocturnos:
  • Los padres deben adoptar una actitud tranquila ante el niño y de conocimiento del trastorno.
  • Durante los episodios vigilar que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado de agitación (debemos recordar que el niño no está despierto).
  • No hablarle al niño ni intentar despertarle, intentando que el episodio siga su curso natural, siempre bajo la vigilancia de los padres.
  • Los padres deben de estar al tanto de si existen problemas en el colegio o en otro ámbito que pueda estar influyendo en el problema del menor. Si existen tales problemas hay que actuar sobre ellos, poniéndole solución.
  • Establecer unas rutinas y realizar ejercicios de relajación antes de irse a dormir.
  • Otra alternativa sería despertar al niño antes de la hora habitual donde aparece el episodio. De esta forma rompemos el ciclo del sueño y por lo tanto evitaremos la aparición del episodio.


    Para que quede aún más claro, os mostramos a continuación una imagen con las diferencias entre las pesadillas y los terrores nocturnos. 
¡Esperamos que os sirva de ayuda!


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